miércoles, 6 de julio de 2011

EL ZORRO DE ARRIBA Y EL ZORRO DE ABAJO

El zorro de arriba y el zorro de abajo es la sexta y última novela del escritor peruano José María Arguedas publicada póstumamente en 1971. Es una novela trunca, es decir, no culminada, y que se halla intercalada por unos diarios personales e intimistas donde el autor refiere los tormentos que le agobiaban mientras iba escribiendo la novela, para finalmente anunciar su inminente suicidio. Complementan la obra dos cartas y un epílogo. La novela pinta las consecuencias del acelerado proceso de modernización del puerto de Chimbote, motivado por el boom pesquero; hacía allí llegan miles de inmigrantes andinos atraídos por la oportunidad de ganarse la vida en una pujante urbe industrial, y al mismo tiempo asimilarse a la llamada «modernidad», todo lo cual, según la óptica del escritor, trae consecuencias nefastas: la pérdida de la identidad cultural del hombre andino y su degeneración moral al sucumbir ante los vicios de la ciudad, en bares y burdeles.
Explicación del título
Los zorros a los que hace referencia el singular título de la obra (el de arriba y el de abajo) son personajes mitológicos tomados por el autor de unas leyendas indígenas recopilados a fines del siglo XVI o comienzos del siglo XVII por el doctrinero hispanoperuano don Francisco de Ávila en la provincia de Huarochirí. Estas leyendas escritas en quechua fueron traducidas al castellano y editadas por el mismo Arguedas bajo el título de Dioses y hombres de Huarochirí (1966).
La leyenda de los zorros es la siguiente: en tiempos remotos dos zorros se encontraron en el cerro Latausaco, en Huarochirí (sierra del actual departamento de Lima), junto al cuerpo dormido de Huatyacuri, hijo del dios Pariacaca. El mundo se hallaba dividido en dos regiones, de donde provenía cada zorro:
  • La región de abajo, cerca al mar, estrecho litoral caluroso donde no llueve.
  • La región de arriba, de montañas y abismos de altura.
Es decir lo que después vino a llamarse respectivamente la costa y la sierra, división tradicional del territorio que hoy conocemos como el Perú. Los zorros se convierten en consejeros de Huatyacuri, quienes le ayudan a vencer los retos que le impone el yerno del dios Tamtañamca, pero a la vez son observadores discretos y algo burlones de todo lo que ocurre.
Según el plan del escritor, estos zorros debían ser los guías o narradores de la historia, como símbolos de cada una de las mitades del Perú y que se reencuentran luego de 2,500 años en lo alto de un cerro de arena a cuyos pies se extiende Chimbote, un puerto que se hallaba entonces en plena efervescencia motivada por el boom pesquero. En efecto, Chimbote está situado en la «región de abajo» y hacía allí llegan miles de inmigrantes provenientes de la sierra o la “región de arriba”. Según el plan del lector estos zorros debían entrometerse de vez en cuando en los sucesos narrados para comentarlos y orientarlos. Sin embargo tal plan no se desarrolla a plenitud. Los zorros solo figuran en dos ocasiones con nombre propio, al final del Primer Diario y del capítulo I; otras veces parecen encarnarse en el capítulo III en las figuras de don Ángel Rincón Jaramillo (el zorro de abajo) y don Diego (el zorro de arriba), aunque de manera no muy clara.

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